"Para ti, que llegaste de repente y cambiaste el argumento de esta historia y el de mi vida."

jueves

Noche cerrada. Miradas avergonzadas que se cruzaban. Dos corazones latiendo aceleradamente. Palabras que intentaban salir. Y por fin, él alzó sus ojos azules y me miró.
-Tenemos que hablar.
Lo soltó así. De repente. Sin ningún motivo. Después de no habernos visto en diez meses había tenido la “buena” suerte de encontrarme con él. Y había insistido en hablar conmigo. ¿De qué? Eso es algo que nunca entenderé.
Levanté la vista y le miré fijamente. Sus ojos azules despedían un brillo extraño… vergüenza. Sí, eso es lo único que veía.
-No sé de qué quieres hablar-quizás fui muy brusca, pero estaba enfadada, muy enfadada.
Él río nervioso y se acercó a mí. Tenía las manos escondidas en los bolsillos y se miraba a los pies. Estaba histérico.
-No me lo pongas más difícil, por favor- me miró una vez más con sus malditos ojos azules.
Aparté la mirada y me crucé de brazos. Me pareció ver como sonreía y dio otro paso hacia mí, al tiempo que, con sus manos, me hacía girar la cara.
-Es algo serio,- sus ojos azules se clavaron en los míos. No recordaba lo mucho que me gustaban…- así que mírame a los ojos por una vez.
Tragué saliva. Él resopló.
-Mira, ya sé que ha pasado mucho tiempo desde que tú…
-Diez meses –le interrumpí de forma cortante.
-Está bien, han pasado diez meses. Diez meses desde que la última vez que te vi, diez meses desde que me dijiste que estabas enamorada de mí, diez meses desde que cada mañana, al despertarme pienso en ti, en cómo estarás, en si me seguirás queriendo o me odiarás…
Seguía mirándome a los ojos mientras yo enrojecía.
-Lo siento. Lo siento muchísimo. Está bien, no me di cuenta de que al evitarte te hacía daño. Sólo pensé en mi mismo, pero ahora es distinto. Me he dado cuenta de muchas cosas durante todos estos meses.
“Eres un idiota, eres un idiota, un maldito y desgraciado idiota que me partió el corazón.” Me repetía a mi misma.
-Han pasado diez meses, sí. Y han sido los peores diez meses de mi vida porque tú no has estado a mi lado.
Levanté la cabeza y le miré. Y por fin, después de tanto tiempo, vi en sus ojos azules lo que había deseado ver hacía tiempo.
-Te quiero. Me ha costado entenderlo y, sobre todo, me ha costado decírtelo, pero es la pura verdad: estoy enamorado de ti.
Ahora era yo la que no sabía cómo reaccionar. Me quedé parada, perpleja, mirándole fijamente a los ojos, a aquellos ojitos azules que me miraban esperando una respuesta. Por dentro me sentía feliz, quería besarle, abrazarle y no separarme de él nunca más. Pero mi orgullo era más fuerte que todo aquello.
- ¿Y qué quieres decir con eso, eh? ¿Te crees que todo es tan fácil? ¿Qué ahora vienes y me dices “te quiero, estoy enamorado de ti” y yo me voy a tirar a tus brazos? Las cosas no son así.
Me di la vuelta, dispuesta a marcharme, pero él me agarró el brazo, reteniéndome.
-Por eso te quiero.
Le miré.
-Te quiero porque eres tú misma, porque eres más fuerte que todo esto; te quiero porque en estos momentos estás deseando besarme, y por tu maldito orgullo lo estás evitando a toda costa; te quiero porque, cuando te ríes, parece que una parte del mundo, aunque sea muy pequeña, es mejor. Te quiero porque eres pura magia, porque eres la mejor persona que he conocido nunca. Estoy loco por ti.
Por una vez sonó sincero. Me acerqué a él y le abracé, le abracé tan fuerte que parecía que nos quedaríamos así siempre. Nunca había imaginado que, por fin, aquellos ojos azules me iban a querer a mí. Y ahora eran míos, al fin, mis ojos azules estaban a mi lado.

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