"Para ti, que llegaste de repente y cambiaste el argumento de esta historia y el de mi vida."

sábado

Aquella noche le veía más guapo que nunca. Quizás era el saber que probablemente sería la última oportunidad que tendría de bailar con él, de tomar algo con él, coger un metro de madrugada. Pero esa noche deseaba más que nunca sentirlo a mi lado.

Todo empezó como siempre. Primero unas cervezas, luego unas copas, y cuando estábamos ya animados decidimos brindar por aquella experiencia maravillosa. Y luego bailamos. Todos juntos, en parejas, solos, de tres en tres, dando gritos, saltos, riendo, llorando… Y recuerdo ese momento en el que deseé morir, cuando le vi bailando con ella, tan cerca, con tanta química, riéndose, agarrando su cintura. Recuerdo cuando me di la vuelta, y cerré los ojos con fuerza, evitando que las lágrimas salieran de mis ojos. Recuerdo como bajé las escaleras hacia el baño y me escondí en uno de los retretes, y como lloré. Oh Dios mío. Sentí que no le importaba, que todo lo que creía que podía haber pasado habían sido imaginaciones mías. Y entonces oí unas voces al otro lado de mi puerta.

- No, para, estate quieta. Estás borracha, no te enteras de nada – al momento reconocí su voz, con aquel dulce acento.

- Venga, no digas tonterías, sé que lo estás deseando… ¿O me vas a decir que te has acercado a bailar conmigo por que sí? – dijo ella; su voz sonaba totalmente artificial.

- No seas tonta! He bailado contigo por que eres mi amiga, estamos celebrando nuestra última noche de fiesta y quería pasármelo bien, eso es todo. Y ahora vete arriba a tomar el aire.

Oí unos pasos que se alejaban. No abrí la puerta. Me quedé allí, sentada sobre el retrete, tragándome todo el dolor que sentía y conteniendo las lágrimas. De repente, llamó a mi puerta.

- ¿Eres tú?

Era él. Esa voz. No dije nada, me quedé quieta, esperando a que el se convenciera de allí no había nadie. Hasta que oí como suspiraba.

- Sé que estás ahí. Así que, si no quieres abrirme, tendré que hablarte a través de una puerta. –hubo un momento de silencio en el que seguí callada- De acuerdo. He visto tu cara hace un momento. Cuando estábamos bailando. Y te he visto irte, y he querido venir para saber que te pasaba. Y sólo espero que estés triste por que mañana nos volvemos a casa. –volvió a hacer una pausa- Pero, de todas formas, quiero decirte algo. Y es que para mí, la mejor experiencia ha sido conocer a alguien tan especial como tú.

Abrí los ojos de par en par y me acerqué a la puerta apoyando mi cabeza en ella, escuchando atentamente.

- Este tiempo me ha servido para conocerte mejor, y nunca pensé que en sólo tres semanas fuera capaz de llegar a importarme tanto una persona. Cada vez que tú sonreías sentía que yo también debía sonreir, cada vez que nos sentábamos juntos y compartíamos la música sentía como si en el mundo sólo existiéramos tu y yo, cada noche cuando te ibas a acostar y te despedías de mi deseaba que la noche fuera eterna y que pudiéramos dormir el uno al lado del otro. Y sé que es ridículo, por que nos separan países y quilómetros, pero sé que no quiero perderte, no por lo que creas que hayas visto, por que creas que no siento nada por ti, por que, te juro que, en este momento, haría lo que fuera para que no llegara mañana y tener que decirte adiós.

Y lo dijo tan seguro, tan sincero, con tanta dulzura, con la voz cargada de sentimiento que al abrir la puerta, sólo pude lanzarme a sus brazos, y hundir mi cabeza en su pecho, y besarle hasta que se acabara la noche, e inhalar su perfume, y reír y llorar hasta el final, y saber que, por una noche, él y yo estuvimos juntos.

2 comentarios:

  1. Wow. Simplemente increíble. Me he emocionado y todo por saber cómo acabaría. No me perderé ni uno más de tus textos! :D

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias! Aunque digamos que la persona a la que va dedicado vive a miles de quilómetros, y ahora somos muy buenos amigos, espero que sigas leyendo. :)

      Eliminar