“Este es el cuento más bonito del mundo” decías. “Este es el cuento de una princesa y un sapo” y te reías. “Este es un cuento con un final feliz” me mentías. Que el cuento más bonito no trata sobre una princesa y un sapo, ¿sabías? el cuento más bonito del mundo es siempre el más triste, el que te hace llorar, el que te rompe el corazón en mil pedazos, el que te hace sentir cosas que nunca antes pensaste que sentirías. ¿Una princesa y un sapo? Las princesas llevan largos vestidos rosas, son rubias, y viven en palacios. Yo visto con tenis y vaqueros, tengo el pelo castaño y vivo en un piso del barrio. ¿Sapos? Son verdes, están mojados y tienen la lengua larga. Y tú no eres un sapo. ¿Finales felices? Eso no pasa. Nunca han existido los finales felices, y tampoco nadie quiere que existan, porque supone despedirse de algo o de alguien.
“Este es nuestro cuento, nuestra historia. Es la más bonita del mundo, tú eres la princesa, yo soy tu sapo, y tiene el final más bonito del mundo” Cuéntame mejor una peli de drama, que no existen ni príncipes, ni princesas, ni ranas, son tristes y grises, y al final todos acabamos llorando. Cuéntame algo real.