- Yo siempre voy a estar a tu lado, ¿sabes?
Sus ojos azules me miraron fijamente, con aquel brillo que los hacía tan especiales. Noté como mis ojos se empañaban y agaché la cabeza de forma que el pelo ocultó mi rostro. Él se posición frente a mí y me obligó a levantar la cabeza. Cuando mis ojos se cruzaron con los suyos, no fui capaz de evitar la pregunta.
- ¿Es una promesa? -susurré.
Él sonrió y sacudió la cabeza. Se acercó a mí y me abrazó, rodeándome con su brazos.
- Es un pacto.