"Para ti, que llegaste de repente y cambiaste el argumento de esta historia y el de mi vida."

domingo

-Lo siento si te he incomodado -susurró-. A veces lo hago sin querer. Me refiero a que hablo con demasiada franqueza. Suelto todo lo que estoy pensando sin tener en cuenta cómo puedes afectar a los demás.
-No, no es eso -repliqué-. Sólo es que es la primera vez que alguien me dice una cosa así.
Casi me detuve allí, consciente de que si mantenía las palabras en mi interior, el momento mágico pasaría y podría salir airoso sin expresar mis verdaderos sentimientos.
-No sabes lo mucho que estos últimos días han significado para mí-empecé a decir-. Conocerte ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida. –Dudé, sabiendo que si me detenía en ese momento, ya nunca sería capaz de continuar-. Te quiero –susurré.
Siempre había imaginado que costaría mucho decir esas dos palabras juntas, pero no fue así. En toda mi vida no había estado tan seguro de mis sentimientos, y aunque esperaba que algún día pudiera oír de la boca de Savannah las mismas palabras dedicadas a mí, lo que más me importaba era saber que era yo el que había decidido amarla, sin ataduras ni ilusiones.
En la calle, la brisa empezaba a refrescar, y podía ver cómo los charcos de agua brillaban bajo la luz de la luna. Las nubes se habían empezado a disipar, y entre ellas, alguna estrella se atrevía a titilar tímidamente, como si quisiera conmemorar lo que acababa de admitir.
-¿Alguna vez te imaginaste algo así? –me preguntó-. ¿Tú y yo me refiero?
-No.
-Me da un poco de miedo.
Mi estómago dio un vuelco, y de pronto tuve la certeza de que ella no sentía lo mismo que yo.
-No tienes que decirme que me quieres -empecé a decir-. No lo he dicho por eso…
-Lo sé –me interrumpió-. No lo comprendes. No tengo miedo de lo que me acabas de decir. Tengo miedo porque yo quería confesarte lo mismo: te quiero, John.
Incluso ahora, todavía no estoy seguro de cómo sucedió. En un instante estábamos hablando, y al momento siguiente ella se inclinó hacia mí. Y cuando sus labios sellaron los míos, supe que podría vivir hasta cumplir los cien años y visitar todos los países del mundo, pero que nada se podría comparar con ese preciso instante, cuando, por primera vez, besé a la chica de mis sueños y supe que mi amor por ella nunca tendría fin.

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