"Para ti, que llegaste de repente y cambiaste el argumento de esta historia y el de mi vida."

sábado

Allí está él, de espaldas. Noto como mi corazón se acelera. "Vamos, acércate a él". ¡Qué invisible soy para él!. Adelante un par de pasos; me escucha y se gira. Sus grandes ojos azules están empañados en lágrimas y sus mejillas humedecidas. ¿Por qué? Me mira con tristeza y entra en la habitación, coge un silla y se sienta en ella. De repente le veo tan frágil, tan solo, tan humano... Tengo ganas de abrazarle, de hacerle saber que estoy ahí, de hacerle sentir lo mismo que yo. Pero no soy capaz. Se tapa la cara con las manos y comienza a sollozar. Y al mismo tiempo, yo lloro por dentro por verle sufrir, por no ser capaz de ayudarle. Doy otro paso y me acerco más a él. Otro más, y otro, y otro, y otro... Finalmente me encuentro frente a él. Me agacho y mi cabeza queda a la altura de la suya, alargo mi brazo y con mi mano acaricio su pelo. Qué agradable. Él levanta la cabeza y, por primera vez, me ve, delante de él, a su lado, con él. Una sonrisa ilumina su cara y mis mejillas se tiñen de un ligero rubor.

-¿Qué te pasa? -le pregunto.

Él me sonríe y llora. Y se ríe. Y llora.

-Es que... nunca pensé... que por fin te iba a encontrar. Llevaba tanto tiempo imaginándote, soñando contigo... que pensé que nunca ibas a aparecer... Y por fin ahora estás aquí...

Me coge las manos suavemente y me las besa.

-Estoy aquí. Estoy aquí. No me pienso ir.

Lo tranquilizo y él se acerca a mi. Puedo oler su perfume, sus labios rosados están a unos centímetros de los míos, y sus ojos clavados sobre mí.

- No te dejaré escapar. Nunca.

Y con ternura, me besa. Así de sencillo, así de simple es el amor, una mirada, un gesto, una caricia, un abrazo, un beso... No hace falta mucho, sólo que sen dos, dos y el amor, ese amor que surja de los dos, tan travieso y curioso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario